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Un español en Leeds - Septiembre 06 / Febrero07

Mi viaje a Leeds en...

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9 / 25 / 06 Trinity & All Saints

9  /  25  /  06  Trinity & All Saints

No reparo en desayunar porque tengo un nudo en el estómago, he perdido el sentido del hambre. Voy a la parada de bus que hay detrás de mi casa, y veo una pandilla de mocosos estudiantes con uniforme. Creo que he madrugado demasiado, son las 8:30 de la mañana y en el programa pone que la presentación es a las 11:00. De todas maneras quería llegar temprano para localizar a Rachel y Min Li, las coordinadoras de estudiantes internacionales. Llega el bus, la línea 50, espero a que se monten los pequeños demonios y me hallo frente al conductor. Un negro con cara de mala leche protegido con una mampara de metraquilato, al parecer para que ningún pasajero la tome con el. To Horsforth le digo, two pounds me responde, esto me va a salir caro pensé. Tomo asiento en la parte de abajo, estos buses tienen dos pisos y no se parecen en nada a los de España. Escucho las conversaciones entre las señoras que llevan a sus hijos al cole, todas muy educadas pero con una pinta de arpías entre ellas que no se la quita nadie. Diez minutos después me acerco al conductor para que me avise de la parada mas cercana a Browberry Line. Llegamos a una rotonda, me bajo y le pregunto a un señor si me puede indicar donde está el Trinity College. Hay que subir una cuesta durante diez minutos para llegar. Casas, un campo de criquet enorme y por fin veo la pista de atletismo del centro, es tan grande como en las fotos pero no tan bonita como la pintan.

Ya estoy allí, el sitio que tantas veces había analizado y visto por el googlemap. Es mas pequeño de lo que pensaba, un poco envejecido y acogedor. La entrada esta adornada por carteles que conmemoran el 40 aniversario del centro, y la entrada es una puerta giratoria muy típica de aquí. Pregunto en recepción por la oficina de relaciones internacionales, está cerrada. Una mujer que trabaja en reprografía me lleva hasta la oficina de Rachel y Min Li, pero no están. Perdido, solo y sin saber que hacer, salgo a fumar a la entrada, espero sentado dentro, vuelvo a salir a fumar. Miro un reloj colgado esperando a que den las 11, posiblemente allí vea a otros estudiantes erasmus pero no. Dan las 11 y voy al chapel, una iglesia muy moderna pero no tan grande como la de la UCAM. Unas personas se dedican a dar una aburrida charla y ponen una presentación en powerpoint. Ensalzan lo bonito que es el centro y hay un discurso del presidente, el Mendoza* inglés. Aparece el sujeto en un video en su despacho tecleando el ordenador, se gira, mira a la cámara y dice muy animoso: Hi student. Todos los alumnos echaron a reírse, con esa imagen decidí escapar, aquello se había transformado en la casa del Santísimo... ridículo. Espero y no desespero, decido volver al despacho de Rachel, ella es mi salvación, con ella podré orientarme.

A las 12:30 había un lunch, gratis para los estudiantes internacionales, no iba a ir porque con quien iba a hablar. Sorpresa, el despacho de Rachel está abierto, la veo, con un efusivo saludo me recibe. Durante este tiempo nos habíamos mandado mails acerca del alojamiento y cosas de la universidad y por fin la conozco. Típica inglesa con pelo castaño y con una sonrisa en la boca permanente, me cayó muy bien. Me pregunta que si he visto a Matías y Pilar, los otros dos estudiantes de mi universidad. No, estaba deseando encontrarme con ellos, de hecho Matías me mandó un correo antes de ir a Leeds, lo vi demasiado tarde.

Se presenta Min Li, es tal y como me la imaginaba, una chinita baja con el pelo alborotado y con carácter. Tal y como me dijo Cristina, la encargada del ORI* de mi facultad, es una tía que te pide hasta el último papel por haber. Al rato, se presenta Sonia, una estudiante de Alemania de Film Media, muy agradable y con la que comparto alguna palabra. Vamos los tres al lunch y a la misma entrada de la cantina nos encontramos de frente a Matías. Me lo presenta Rachel pero en ese momento no caemos, intercambiamos saludos en ingles, me dice: ¿español?, y yo: si!, coño!, nos reímos. Empezamos a dialogar sobre nuestras experiencias desde que llegamos y vamos a coger una bandeja para comer, self-service. Tampoco abuse aunque en ese momento al ver la comida me moría de hambre.

Poco después, Rachel se acerca con otra chica, Pilar, nos la presenta, estudia lo mismo que Matias, solo que ella estuvo un semestre y ahora esta haciendo el postgrado aquí, dice que ya ha comido y desaparece. Después dejamos a todos de lado y nos fuimos a una mesa aparte para charlar. Se acerca Rachel y nos pregunta si queremos ir a la mesa del resto de estudiantes erasmus. Pasamos de su cara porque vimos que había mucho chino y no sabíamos que pintábamos ahí, a los españoles parece que hay que darnos de comer aparte. Nos liamos a hablar hasta que nos dimos cuenta que la gente se había ido.

Llegamos a la reunión de registro para rellenar un formulario y que nos dieran toda la documentación necesaria. La tarjeta de la universidad nos la dan casi al momento, nos hacen una foto y a los veinte minutos la tenemos en recepción. En la tarjeta y para la Universidad me llamo Alejandro López, resulta que mi primer apellido es compuesto y no cabía.

Después de la reunión conocimos a cuatro franceses, tres chicos y una chica. Uno de ellos llevaba un rollo muy raro porque llevaba una mochila con la cara de Jesucristo, vamos..., parecía sectario.

Fuimos a la biblioteca para registrarnos, cambiar el password de la tarjeta y todo el tema. Una vez más una inconveniencia, debíamos saber que la clave debía tener la primera letra en mayúscula y acabar con el signo de interrogación. Le preguntamos si nos podían ayudar a unas chinas erasmus muy majas que conocimos y estaban a nuestro lado. Mientras, Matías busca al encargado y ahí estoy yo, con dos chinitas, una a cada a lado, intentando solucionar el problema. Cuando llega el bibliotecario rápidamente se vuelven a su sitio. No encuentra solución, entonces Matias cae al ver un papel y por fin podemos conectarnos.

Al salir, nos encontramos a los gabachos hablando con un cura, lo que yo pensaba, estos tienen un rollo raro. Como somos tan impertinentes nos unimos al grupillo, el predicador solo sabia decir: ¿Dónde esta el puercoespín?, yo creo que con eso se maneja bien.
Salimos de la universidad con los franceses y uno de ellos empieza a hablarnos del cine español, Almodovar mal, Amenabar bien. Planean salir de fiesta esa misma noche, pero no tengo la pierna mal, sino peor, me esta jodiendo por momentos. Les dejo ya que van a la estación de tren y yo espero el autobús que me deja más cerca de casa. Cuando llega el conductor me cobra 1.40, parece que cobran lo que les parece o según la hora, esto es un cachondeo. Por fin llego a casa y llamo a mis padres a cobro revertido para decirles como estoy. Dejo las cosas, cojo dinero y voy a hacer la compra que pronto empieza a anochecer, como no, empieza a llover. Leeds es una de las ciudades en la que de pronto hace sol como que cae una tromba de agua. Un hombre me guía hasta un supermercado llamado Nettos, compro todo lo necesario, pasta, pan bimbo, leche, cepillo de dientes que se me olvidó, etc. Cuando llego a casa me pego una ducha y me preparo unos sandwich, allí tengo a mis compañeros. Mientras ceno empezamos a hablar sobre grupos de música, les gusta el heavy, metal y grupos de esa tendencia. Ella empieza a cantarme hijo de la luna de Mecano, y que conoce Heroes del Silencio, Mago de Oz y me hablan de lo típico, San fermin. Néstor se porta muy bien y me sube un cable de teléfono para que pueda conectar mi ordenador a Internet, además me da un travel adaptator que tenia de una máquina de afeitar. Previamente, había probado un truco que me dijo Matías. Los enchufes ingleses tienen tres agujeros, pero el de arriba no sirve para nada, metiendo una capucha de un bolígrafo los dos de abajo se abren y puedes meter el enchufe. Esto solo vale para aquellos que tengan las patillas pequeñas, como el cargador del móvil, pero en el caso del portátil no valía porque las patillas son mas gordas.
Tras charlar durante unos minutos nos despedimos y fuimos a la cama. Por fin tenia conexión y estaba comunicado con el mundo, ya me sentía bien, aunque no de la pierna.

*Mendoza: Presidente de la Universidad Catódica de Murcia.

*ORI: Oficina de Relaciones Internacionales.

9 / 24 / 06 La Odisea

9  /  24  /  06  La Odisea

En Leeds amanece temprano, no son ni las 8:00 y ya estoy con los ojos como platos. Afortunadamente me queda saldo en el móvil, le envío un mensaje a mi padre para que me haga una recarga. Tengo el número de otro landlord, Steve, me lo guardé como alternativa. Con el saldo recargado llamo a este señor, es Sunday, lo sé, los domingos no se trabaja y esperaba un milagro. Me dice que sin ningún problema me enseña la casa esa misma mañana,. A las 10:00 había quedado con Keith para finiquitar el contrato y le tenía que explicar que no me gustaba la habitación y que pensaba ver otro sitio. Hasta esa hora me preparé un diálogo lleno de disculpas que no sirvió de nada. Nunca puedes prepararte lo que vas a decir, solo debes cambiar el chip del idioma en la cabeza y dar juego a la improvisación, y así fue. Llega en su coche con una taza de café en la mano, le intento explicar mi situación y él me dice que a la zona a la que me quiero trasladar no es tan buena como esa. En castellano, me intenta vender la moto para que no me vaya, a pesar de todo fue comprensivo conmigo y me entendió. Le pregunté por Buslinthorpe, donde vive Bárbara, al verlo en el mapa me dijo que era una de las peores zonas de Leeds, muy conflictiva.

A las 11:00 ya estaba en Burley Lodge Road, llamo a Steve y en quince minutos se presenta. Antes de que llegue, un chaval con una camiseta de Sepultura, un grupo heavy, me invita a entrar a la casa. Se llama Néstor y me presenta a su chica. Él es ruso y ella alemana, mis próximos compañeros de piso. Llega Steve, un señor de unos cincuenta años con pinta de informático loco. Me muestra la casa, un poco envejecida pero en la que se puede vivir perfectamente. Me sorprendo al ver la habitación, es grande, con un armario decente, mesa amplia, otra con cajones…, esto es otra historia. Solo debía pagar cinco libras más al mes, la diferencia es ridícula al lado de la comodidad. Le dije que haría el traslado esa misma tarde, y con una sonrisilla asintió con la cabeza.

Salgo de allí y regreso a mi antigua casa, está a diez minutos de distancia, la diferencia es que Burley es un barrio obrero y Burkshire más de estudiantes y gente bien, no me importa. Entro, veo a David y le explico que me trasladaría esa tarde, que se lo dijera a Keith aunque pensaba llamarlo. Salgo de la casa con el mapa e intento localizar la dirección de Bárbara, parece que está a una hora o menos andando. Solo me faltaba la jaula con las gallinas, el pueblerino se mete en la gran ciudad en busca de un barrio, Buslinthorpe.

Preguntando se llega a todos sitios, pero cuando saben donde está la cosa se pone chunga. La Odisea se queda corta para explicar todo lo que tuve que andar para llegar a ese barrio y dar con la calle. En Leeds tu andas por la calle y de repente te puedes encontrar de frente un parque de dos kilómetros, calles sin salida o señalizaciones muy raras. Tan solo tengo que decir que llegué a la puerta de su casa a las !5:00 aproximadamente, eso sí, me pude ver una cuarta parte de la ciudad perfectamente.

Llamo a la puerta y me abren dos mujeres negras, pregunto por Bárbara y me señalan su habitación. Subo por unas escaleras, llamo a la puerta y lo primero es darnos un abrazo. Ella estaba también mal, en una habitación sin sábanas en la cama, con una nevera y una especie de fregador. Me explica que la cocina es común, que al menos hay ocho habitaciones en la casa y que a su lado vive una italiana que le ha dejado platos para comer. Humildemente pienso que soy un egoista y efectivamente podía estar peor, y no es que ella lo estuviera, que lo estaba en ese momento, sino que las cosas se me podían haber torcido más .

Decidimos salir a la calle y buscar el camino a su Universidad, debía aprenderlo para saber como ir y le acompañé. En el trayecto le preguntamos a un negro muy chungo donde estaba y nos condujo al lado contrario, pero afortunadamente dimos con Samuel. Otro chico de color, con mejores pintas, que nos acompañó hasta la misma puerta y que estuvo indicando los lugares de referencia para que ella no se perdiera. Aunque él no iba concretamente a ese sitio tuvo la deferencia de llevarnos hasta allí, se portó muy bien.

Ya en la universidad entramos y sí, es grande, enorme, aunque ahí a mi no me tocaba estudiar y tenía envidia. Sentados en las escaleras mi amiga le pregunta a una chica si es española, tiene los rasgos parecidos pero es de Georgia, contesta que le pasa mucho, que no es la primera vez que la confunden con una chica de otra nacionalidad.

Debía llamar a Steve porque el traslado se iba a retrasar y a Keith para decirle que me marchaba, ya en la cabina los llamo y Keith me dice que le tengo que abonar veinte libras por dos días, no me importa, yo quería hacer el cambio ya. Quedo con Steve a las 20:00 y al parecer ya todo perfecto.

Nos quedamos hablando Bárbara y yo cuando tres chicas cargadas de bolsas se paran y preguntan si somos españoles, nos habían escuchado. Se presentan y una alegría me entra por dentro, van a estudiar lo mismo que mi amiga, Filología Inglesa y queda con ellas para el día siguiente. Nos cuentan su viaje hasta aquí, tuvieron que hacer trasbordo en Londres y cuando llegaron a Leeds no había taxi. Unos policías se portaron y las llevaron en un furgón hasta la residencia donde se iban a hospedar. El inconveniente de las residencias es el precio, pagan 410 libras al mes por una habitación y no les incluye comida, por eso venían de hacer la compra. Les acompañamos un rato hasta que nos desviamos dirección a casa de mi amiga. Cuando llegamos, intento buscar un autobús compatible para que me lleve al centro y desde allí buscar un taxi. Después de casi media hora pasa uno, me despido y le indico al conductor que me avise en la parada más céntrica posible.

Son casi las ocho de la noche y estoy ya en mitad del centro, me acerco a la estación de bus y hay una cola enorme de gente esperando un taxi. Como un loco ando por las calles intentando parar alguno, por fin lo consigo y me calmo. Ese momento si no ha sido el peor, ha sido uno de los peores que he pasado desde que he llegado.

Llego a la casa y me encuentro a David, me ayuda a bajar las maletas y le doy las 20 libras para Keith, nos despedimos con un see you porque ya nos veríamos por la facultad.

El taxista es pakistaní y con una pinta un poco rara, me cobró primero la carrera al llegar a Burkshire y al llegar a Burley la siguiente, evidentemente me salía más caro. Con los taxistas hay que negociar previamente a cuanto te va a salir la carrera independientemente de lo que marque el taxímetro, eso hay que saberlo. Entro a la casa, Néstor me ayuda con las maletas y las subimos a la habitación. Llama a Steve para decirle que ya había llegado, que me había perdido en el centro y por eso no pude llegar a mi hora. Mientras esperamos me cuenta que estudia historia francesa en la Universidad y que su única familia aquí es su hermana que vive en Londres y no tiene casi trato con ella, entre otras cosas. Su pareja apenas cuenta de donde es y poco más, pero es muy agradable. El salón está decorado con dos posters, uno del grupo Kiss y otro de los cómicos Monthy Pyton. Llega Steve, me explica las condiciones del contrato y acepto, le pago el dinero del depósito, 150 libras y todo solucionado. El caso es que a finales de este mes le tengo que abonar 700 libras como adelanto de los tres meses, es el modo de cobrar aquí, por otra parte te ahorras el follón de tener que estar pendiente cada mes.

Subo a la habitación y me doy cuenta de que la comida que me traje la he olvidado en la otra casa. No solo eso, también ropa y algo esencial, el paraguas. Decido no complicarme la cabeza y pensar que ya tendría tiempo mañana para pasar a recogerlo.

Tengo hambre, estoy en la cama y por no abusar de mis compañeros no cojo nada de la nevera. Hace frío y bajo unas sábanas del Liverpool pienso: ¡Quiero volver a mi planeta!

9/ 23 / 06 Viaje y primer día en Leeds

9/ 23 / 06  Viaje y primer día en Leeds

Es mediodía, salgo de mi casa con las maletas y ya no hay vuelta atrás. Mis padres y yo vamos al aeropuerto de Alicante y a mitad de camino llama mi hermano Juan, avisa de que me he dejado una mochila. No podemos volver, sin problema, Juan viene en el coche a acercarla. Llegamos, entramos, y en la ventanilla de Jet2 veo a Bárbara, una chica de Ciudad Real que vio un anuncio que publiqué en el foro de erasmusworld.com y se puso en contacto conmigo para viajar en el mismo avión. Ella va a estudiar filología inglesa a la Universidad de Leeds. Nos saludamos e intercambiamos alguna palabra, además de simpática como comprobé por teléfono es guapa.

Mis padres van a facturar y salgo a fumarme el último cigarro antes del viaje. Llega mi hermano con la mochila, la deja, me pide un cigarro y se marcha. Entro y la cola de gente como la espera es larga, ya que la máquina se estropea. Cuando llegamos y pesan las maletas la encargada dice que pasa 14 kilos del peso permitido. Hay que pagar ocho euros por cada kilo, la chica se porta y perdona cuatro. Casi no da tiempo a comer, un bocadillo de chorizo y un botellín de agua. Apenas acabo y ya voy a pasar el control de seguridad. Me despido de mis padres de un modo inconsciente, aún no he asimilado a donde voy.

Con el equipaje de mano busco la puerta de embarque y veo a Bárbara desconcertada al fondo. Estaba tensa e intenté relajarla, pero en el fondo yo estaba tanto o más nervioso que ella. Todos son ingleses, no viaja ningún español en el avión. Cuando vamos a entrar nos miramos, pensamos y nos decimos: ¿Y si nos volvemos?.

Ya estamos en el avión, me pedí ventanilla y ella está dos filas más atrás en pasillo. A mi derecha tengo una pareja de ingleses, el hombre lee el Daily Times y ella un libro, We need talk about Kevin, de Lionel Shriver. El avión despega y en poco tiempo se deja de ver la costa, el cielo está nublado.

En Leeds es una hora menos y efectivamente el avión no lleva retraso como pensaba. Intento dormir pero no puedo, las locuciones de información en el vuelo no me dejan, casi no las entiendo. Me pongo los cascos del mp3, suena Living in London de Second, intento escuchar música y no puedo. En poco más de una hora ya hemos llegado, son las seis de la tarde aproximadamente. Al salir del avión tenemos que montar en un autobús que nos lleva a la zona de pasajeros. Recogemos las maletas y nos perdemos, en poco tiempo encontramos la salida y ahí estamos, los dos en la puerta del aeropuerto de Bradford. Mientras charlamos un rato decidimos coger el mismo taxi. Prácticamente nos va a costar lo mismo aunque ella vaya a una punta de la ciudad y yo a otra. Charlamos con el taxista mientras en el transistor radian un partido del Chelsea.

Llegamos a la dirección de Bárbara y su landlord le está esperando, nos despedimos y quedamos para el día siguiente fuera como fuera.

Voy camino de mi futura casa durante los próximos meses, está situada en Burkshire View, una buena zona de la ciudad. En unos minutos hemos llegado, 12 libras, aún no me había dado cuenta que aquí todo es caro.

Pensaba que iba a compartir piso con tres españoles pero no, todo lo contrario, no leí bien la información. Con todos los paquetes en la mano llamo a la puerta, un chico inglés, David, me recibe. Me dice que Keith, el casero, no se encuentra, que vendrá mañana y que sin problema me podía instalar ya. Cuando veo la habitación me quedo sorprendido, no es lo que me esperaba. Una cama amplia, una tele con dvd..., pero el armario eran cuatro palos de madera con una barra de hierro, no había perchas y ni una mesa, aquello parecía un zulo.

El resto de la casa genial, recibidor, una sala abajo con televisión, sofá, un montón de películas, nevera, cocina, muy acogedora y amplia. David me da la copia del contrato, las llaves y un mapa de la ciudad, me señala cosas interesantes y tenemos una conversación muy trivial. Le gusta el badminton, estudia en la misma universidad que yo (Trinity and all Saint College), es típico inglés, rubito que se plancha el pelo y poca cosa. Al lado del baño hay otra habitación en la que hay otro compañero, grita al ritmo de una música y no sale a saludar. David sale de marcha y se despide. Entro a la habitación y me doy cuenta de un detalle esencial que cambiará mi vida durante los dos primeros días, no tengo el adaptador para el enchufe. En Inglaterra son de tres clavijas, se me olvidó comprarlo en el aeropuerto y no podré enchufar el portátil. Con la poca batería que me queda doy un toque a mi casa desde el móvil y hablo con mi padre por el msn. Les digo que estoy bien pero no, la casa está bien pero la habitación me parece una mierda.

Salgo a la calle en busca de un adaptador, que ingenuo que soy, como si vendieran en cualquier sitio. Entro en una tienda de las que venden de todo. Le intento explicar mi problema al dependiente pakistaní, dice que me espere y me trae un saco de patatas. Le dije todas las piezas del enchufe, shocking, plug…, pero entendia potatoes, desesperado volví a la casa a encerrarme. Me cambio y bajo a la sala a cenar con la comida que he traido. Escucho un portazo, el inquilino misterioso parece que también se ha ido y me quedo solo. Enciendo la tele y lo más parecido que veo a España es el 50x15, en este caso Carlos Sobera es un señor más entrado en años. Cambio de canal y me empano viendo el golf, es la Ryder Cup, me da igual, pero es que salen Sergio García y Olazabal, ya me entra nostalgia. En un momento de desesperación le mando un mensaje a Bárbara diciéndole lo mal que estaba.

Es sábado por la noche y me voy a dormir antes de las diez, camino de mi habitación veo la puerta entreabierta del chico que no he visto. No aguanto la tentación, enciendo la luz y me asomo, platos de comida, ropa esparcida por el suelo y un olor muy singular.

Ya en la cama, mientras intento conciliar el sueño, durante la noche me despiertan varios grupos de ingleses que vuelven de fiesta, cantanto al compás de la melodía de un móvil o gritando como monos de feria.

Una cosa tenía clara, allí no me podía quedar.